jueves, diciembre 07, 2006


Cronista de los márgenes, símbolo del activismo gay y la resistencia contra la dictadura pinochetista, el artista visual y escritor chileno Pedro Lemebel es un autor no muy difundido pero ya central en el mundo cultural latinoamericano. Un rebelde lírico, travesti y militante que enfrentó la dictadura pinochetista a fuerza de ejercer su diferencia (política y sexual, ética y estética) y aún hoy arremete con sus libros contra las ideas conservadoras y todavía hegemónicas sobre lo normal, lo deseable, lo visible, lo que quisiéramos creer —y revelar— de nosotros mismos. Ocurre que Lemebel es un prosista filoso e insobornable. Sus crónicas —amalgama de literatura y periodismo— revelan un oído muy fino para el habla de la calle y un humor burlón para encontrar el adjetivo apropiado (la "casita flacuchenta", los "templos homo-dance"), el vocativo perfecto ("Quizá se puso Loba Lamar por el cochambre mojado de su piel oscura, por el luche aceituno de su pellejo estrujado por los marineros"), se muestra especialmente atento a no cortejar a las cofradías bienpensantes, basta ver el Manifiesto que leyó en Santiago de Chile en 1986 y que hoy quiero dejarles a modo de homenaje a este señor delas letras anarcas.
Pedro Lemebel
Manifiesto ( hablo por mi diferencia )
No soy Passolini pidiendo explicaciones No soy Ginsberg expulsado de Cuba No soy un marica disfrazado de poeta No necesito disfraz Aquí está mi cara Hablo por mi diferencia Defiendo lo que soy Y no soy tan raro Me apesta la injusticia Y sospecho de esta cueca democrática Pero no me hable del proletariado Porque ser pobre y maricón es peor Hay que ser ácido para soportarlo Es darle un rodeo a los machitos de la esquina Es un padre que te odia Porque al hijo se le dobla la patita Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro Envejecidas de limpieza Acunándote de enfermo Por malas costumbres Por mala suerte Como la dictadura Peor que la dictadura Porque la dictadura pasa Y viene la democracia Y detrasito el socialismo ¿Y entonces? ¿Qué harán con nosotros compañero? ¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos con destino a un sidario cubano? Nos meterán en algún tren de ninguna parte Como el barco del General Ibañez Donde aprendimos a nadar Pero ninguno llegó a la costa Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas Por eso las casas de caramba Le brindaron una lágrima negra A los colizas comidos por las jaibas Ese año que la Comisión de Derechos Humanos no recuerda Por eso compañero le pregunto ¿Existe aún el tren siberiano de la propaganda reaccionaria? Ese tren que pasa por sus pupilas Cuando mi voz se pone demasiado dulce ¿Y usted? ¿Qué hará con ese recuerdo de niños Pajeandonos y otras cosas En las vacaciones de Cartagena? ¿El futuro será en blanco y negro? ¿El tiempo en noche y día laboral sin ambigüedades? ¿No habrá un maricón en alguna esquina desequilibrando el futuro de su hombre nuevo? ¿Van a dejarnos bordar de pájaros las banderas de la patria libre? El fusil se lo dejo a usted Que tiene la sangre fría Y no es miedo El miedo se me fue pasando De atajar cuchillos En los sótanos sexuales donde anduve Y no se sienta agredido Si le hablo de estas cosas Y le miro el bulto No soy hipócrita ¿Acaso las tetas de una mujer no lo hacen bajar la vista? ¿No cree usted que solos en la sierra algo se nos iba a ocurrir? Aunque después me odie Por corromper su moral revolucionaria ¿Tiene miedo que se homosexualice la vida? Y no hablo de meterlo y sacarlo Y sacarlo y meterlo solamente Hablo de ternura compañero Usted no sabe Cómo cuesta encontrar el amor En estas condiciones Usted no sabe Qué es cargar con esta lepra La gente guarda las distancias La gente comprende y dice : Es marica pero escribe bien Es marica pero es buen amigo Super-buena onda Yo acepto al mundo Sin pedirle esa buena onda Pero igual se ríen Tengo cicatrices de risas en la espalda Usted cree que pienso con el poto Y que al primer parrilazo de la CNI lo iba a soltar todo No sabe que la hombría Nunca la aprendí en los cuarteles Mi hombría me la enseño la noche Detrás de un poste Esa hombría de la que usted se jacta Se la metieron en el regimiento Un milico asesino De esos que aún están en el poder Mi hombría no la recibí del partido Porque me rechazaron con risitas Muchas veces Mi hombría la aprendí participando En la dura de esos años Y se rieron de mi voz amariconada Gritando: Y va a caer, y va a caer Y aunque usted grita como hombre No ha conseguido que se vaya Mi hombría fue la mordaza No fue ir al estadio Y agarrarme a combos por el Colo Colo El fútbol es otra homosexualidad tapada Como el box, la política y el vino Mi hombría fue morderme las burlas Comer rabia para no matar a todo el mundo Mi hombría es aceptarme diferente Ser cobarde es mucho más duro Yo no pongo la otra mejilla Pongo el culo compañero Y esa es mi venganza Mi hombría espera paciente Que los machos se hagan viejos Porque a esta altura del partido La izquierda tranza su culo lacio En el parlamento Mi hombría fue difícil Por eso a este tren no me subo Sin saber dónde va Yo no voy a cambiar por el marxismo Que me rechazó tantas veces No necesito cambiar Soy más subversivo que usted No voy a cambiar solamente Porque los pobres y los ricos A otro perro con ese hueso Tampoco porque el capitalismo es injusto En Nueva York los maricas se besan en la calle Pero esa parte se la dejo a usted Que tanto le interesa Que la revolución no se pudra del todo A usted le doy este mensaje Y no es por mí Yo estoy viejo Y su utopía es para las generaciones futuras Hay tantos niños que van a nacer Con una alita rota Y yo quiero que vuelen compañero Que su revolución les dé un pedazo de cielo rojo Para que puedan volar.

domingo, diciembre 03, 2006

Principe Azul.


La mañana era tibia y desperté temprano, con los ojos somnolientos y el corazón hinchado, regalé incrédula una sonrisa en el espejo longevo de ese baño feo. La hora de salir en la búsqueda de mi ángel ya se hacia presente, me lo imaginaba de mil y una formas; le pinté alitas de colores, le regalé ojos de querubines y dediqué una oración a cuanto santo milagroso para que el camino se hiciera corto y al fin tenerlo entre mis brazos.
La maternidad olía a penicilina y pan de pascua, las enfermeras se paseaban con gorritos de viejo pascuero y yo con el estomago apretado mirando cada guagua que aparecía. Entonces por el pasillos más albo del viejo hospital lo recuerdo venir en los brazos de Rocío con sus pequeñas manitas en su minúscula nariz, su carita rosada y sus ojitos cerrados que en ocasiones me tentaban de ganas para transgredir su sueños.
Pasaron mil lunas y un billón de estrellas, paso un amor en mi vida; paso un año completo para que lo volviera a ver y entonces con la ayuda de la pared y la mano de Alejandro acercó sus pasos a mí y sin entender quien lo llenaba de besos lanzó un grito desesperado de auxilio, pero basto una mirada de mis ojos miopes, una frase de sosiego y un “te amo, desde antes que nacieras” para que sus ojitos confusos dejaran de llorar.
Desde ese momento su lenguaje infantil y mis letargos nocturnos se supieron entender, desde ese día trató de balbucear mi nombre acompañado del título correspondiente, pero no fue hasta dos años después que me sorprendió con un
“Tía Jani, ¿juguemos?”.
Los años han pasado más rápido de lo que puedo recordar y en ocasiones creo que voy inventando sucesos. Son siete años ya, desde la primera vez que lo escuche llorar. Parece que los ciclos pasaran sin contemplaciones, sin pedir permiso para dar vuelta las páginas de la vida. Constantemente lo recuerdo con una sonrisa en mis labios e inevitablemente derramo una lágrima cuando escucho su vocecita divertida al teléfono decir “te amo”, siempre me sorprendo imaginando nuestras travesuras montados en la bicicleta y es que es el ángel de mi vida y a pesar de la distancia todas las noches antes de dormir sin querer -queriendo- balbuceo su nombre como diciendo; “Buenas noches, Nicolás” y esperando un “Hasta mañana Tía Jani” me quedo dormida soñando su risa angelical.

viernes, diciembre 01, 2006

Los Elegidos


Éramos los elegidos y en eso estamos claros...

Éramos los elegidos de esta noche para dejarnos el sabor del Amareto en los labios y aspirar un poco de ese cigarrillo cómplice, éramos los elegidos una vez más para escucharnos sentenciar nuestras vidas. Era yo la elegida para interrumpir tus horas de sueño y desaguar mis miedos en la oscuridad de la noche, eras tú el elegido para derramar caricias suaves en mis brazos blancos y regalarme algún verso tonto que me arrancara una sonrisa...

Ya está claro éramos los elegidos.